¿Por qué odio el metal?

Hace muchos años, en mi primer blog  publiqué un polémico artículo titulado “Abajo el Metal”. No los elementos metálicos de la tabla periódica, no, sino a todo sonido que se engloba en la supra-categoría de música metal. Estaba cargado de resentimiento hacia un grupo de conocidos de internet que no respetaban mi gusto por Nirvana ni por cualquier otro estilo musical en general, y por un individuo innombrable fan del género que me puteó muchísimo en particular. El artículo en cuestión atrajo una avalancha de aludidos que se limitaron a vomitarme los mismos razonamientos de siempre, mientras yo me reía de ellos. Casi podía escucharles rechinar los dientes.

Pasado el tiempo, me dije “no todos los metaleros tienen por qué ser así” y me volví a juntar con algunas personas seguidoras de esta corriente, además de con otras personas de gustos variados. Y tenía razón, no todos los metaleros son unos sectarios irrespetuosos. Algunos, escuchan también música de otros estilos, o respetan mis gustos cuando me preguntan por ellos, o puedes convivir con ellos si no entramos a debate. Pero la mayoría sigue predominando, y desde el momento en el que mis amigas indies nos dimos cuenta y lo hablamos, estuvimos de acuerdo en que la mayoría de metaleros son intolerantes. Cuando vamos a un bar de temática metalera, nos miran mal si llevamos ropa elegante, o colores claros, o el pelo de un color natural, o pedimos un cacharro en lugar de kalimotxo, por poner algún ejemplo.

Y eso lo he sentido yo, que soy medio conocida por todos. Cuando han entrado chicas pijas al bar, yo misma he escuchado cosas como “éstas no pasan frío porque son una pijas putas” y cosas así. Lo que más me jode es que, no están capacitados para criticar a nadie en sus condiciones. Pero tienen los humos demasiado altos, y hay muy poca gente en la red que los ponga en su lugar. Pero, una vez más estoy yo para analizar y criticar todo lo que no me guste. Intentaré ir por partes:

  • Música: La subcultura metalera gira en torno a lo que ellos denominan “música” y yo denomino “ruido y gritos”. Salvando algunos grupos que suelen ser los que más odian algunos fans del género por no ser true, la música metal es horrible. Su total falta de elegancia, sus melodías machaconas y repetitivas, sus ritmos a todo volumen y ultra rápidos, sus voces chillonas o bien guturales como si estuviesen defecando sus propios intestinos, sus letras estúpidas y ridículas que se reducen a cerveza, dragones, espadas y tetudas y su ordinariez hacen que cada vez que me veo obligada a escuchar una canción, acabe sintiendo vergüenza ajena y dolor de cabeza. Esto último, el dolor de cabeza, es provocado por el altísimo volumen al que suelen pinchar eso que escuchan y por empatía con la cabeza de los jebis melenudos que hacen lo denominado como headbandging. Porque hasta los bailes son perturbadores y horrorizan a quiénes los presencian. Y es que, como ya explicaré, el propósito de esta música, lejos de lo que suelen decir, que es “hacer buena música de verdad” en realidad es crear un estilo que se diferencia tanto de lo común, que acabe llamando la atención de la opinión pública. En el mal sentido, por supuesto.

  • Estética: La estética metalera, en todas sus vertientes, se puede definir en pocas palabras y en una sola: hortera. O bien cogen un estilo pasado, como el del siglo XIX, y lo transforman para que dé asco. Las cazadoras o chalecos vaqueros con un montón de parches de sus grupos preferidos para mostrar a todo el mundo la música que le gusta porque si no, no es persona; incluso he visto el sacrilegio de coser parches en cazadoras de cuero; las camisetas de grupos, y sólo de grupos, por los motivos ya expuestos, parece una mezcla de transgresión con un intento de aceptación social; los pantalones de cuero que espero que afecten seriamente a la calidad del semen de quien los porta; en el caso de las féminas se pueden dividir en dos: las que visten como tíos y las que visten como zorras. Las que visten como tíos son inquietantes, se las puede confundir con uno porque ellos también llevan el cabello largo… Las que visten como zorras llevan corsets apretándoles las costillas, minifaldas y se ofenden si los tíos se quedan mirando lo que les sobresale. Toda la indumentaria metalera es de color oscuro. Muchos tíos tienen el pelo largo y barba, parecen una desconcertante mezcla de mujer y varón, sobre todo si se les mira por detrás. Se ríen de los hombres que no llevan barba pero a veces presumen de lo larga que es su melena. Se llenan la piel de tatuajes como si pensasen que desaparecerán con una ducha. La cosa es parecer mugriento aunque no esté (es todo pose, la mayoría de ellos son limpios), pobre y alternativo, aunque su ropa cueste más que la de Lacoste, y parecer transgresor aunque más bien parezca ridículo.

  • Ideología: Se divide en dos extremos que al fin de cuentas, vienen siendo lo mismo: los comunistas y los nazis. Los comunistas metaleros son los típicos hipócritas que miran mal a un pijo pero que paga doscientos euros por unas DocMartens, además le gusta criticar a los hipsters que utilizan tecnología puntera en público, en un alarde de envidia evidente. Además de los parches de grupos, llevan estrellas rojas y martillos y hoces o banderas de la república. Los nazis metaleros son muy abundantes, son supremacistas de la raza blanca y homófobos, cosa nada extraña, ya que ¿qué músicos de metal hay que sean negros, o gays? Éstos se excitan con la historia y simbología del III Reich, y suelen alardear de escuchar a Wagner y otros compositores clásicos para dejar bien clara su superioridad intelectual. Tanto los comunistas como los nazis odian a los sudamericanos por bailar reggaetón, son antisemitas y antiamericanos, pero ambos se benefician del capitalismo. En cuanto a religión, la mayoría rechaza al cristianismo pero abrazan la creencia en la Wicca o en el panteón nórdico, alguno incluso es satánico. Para ellos, creer en Dios es mal, la Inquisición fue un crimen terrible, pero abrazar árboles desnuda, hacer conjuros con velas perfumadas y creer en los dioses de un pueblo de bárbaros desaparecido hace siglos, es guay.
 
  • Modo de vida: Su supuesta superioridad cultural se reduce a leer libros de fantasía medieval. A veces, a escuchar algo de música clásica, en un amago gafapasta de aparentar ser un erudito, pues todo el mundo sabe que la gente inteligente escucha piezas clásicas. De los metaleros que prefieren no aparentar, sus pasatiempos preferidos son hacer botellón con sus amigos, como si fuesen canis, pero creyendo que no lo son, en plan rebeldes con la policía y las leyes. Nada de tomar algo sentado en una cafetería, eso es para nenazas, lo suyo es beber vino de mala calidad o cerveza en un parque. Suelen acompañarlo de juegos violentos en los que acabar con heridas o sucios, guturales, eructos, y música metal para que todo el mundo sepa que ahí están bebiendo unos metaleros, ojo. Las chicas gritan como bestias pardas para demostrar que no son el sexo débil, a riesgo de parecer chonis vendiendo bragas. Su dieta se basa en pizza, chucherías y carne, porque si eres vegetariano eres raro y un marica, un buen metalero tiene que comer siempre algo cárnico, es casi obligatorio. Una dieta sana es incompatible con su estilo de vida, se ríen de los que comen bien, hacen dieta o no comen carne. Es raro que practiquen algún deporte. Han de manifestar su odio hacia Justin Bieber o Miley Cyrus a cada poco. Gran parte de su vida transcurre en un videojuego o hablando de esto. De vez en cuando rememoran el pasado, despotricando contra los pijos o canis que les atormentaron en el colegio. Si se les acerca una persona que, por cuya estética, no parezca metalero, lo mirarán mal; si ésta admite gustarle el metal, le preguntarán hasta el número de herpes labiales que tuvo el bajista de tal grupo, para comprobar que le gusta de verdad. Si les dice que no le gusta el metal, que se prepare: “¿Por qué no?” ,”¿Tú qué mierdas escuchas?”, “¿Cómo puedes escuchar esos maricas?”, “X grupo es mucho mejor, los dedos del guitarrista van a 25 m/s”, “Eres un inculto”, “No tienes ni puta idea de música”, “Lo que tú escuchas no es música”, “Tu opinión no vale para nada porque no sabes X o no conoces Y, yo sí”, “Es que eres pija”, “Eso es lo que escuchan las tontas ésas, yo soy distinta”, “Escucha X grupo y dime que no es bueno, o que no te gusta, o lo que sea, ya verás, te va a gustar”, “¿Qué te crees, una entendida en música?”.

Termino diciendo que, sólo se necesita una cosa para dejar de ser metalero: madurar.

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